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Nutrición Consejos y Tips
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Así de simple es la propuesta de “La dieta de los bocados” para bajar de peso y mantenerse en forma. Algunas ideas.
Comer rico, bueno y variado para lograr el peso ideal... es posible. Pero está claro que también hay que hacer un poco de esfuerzo y, en este caso, se trata de controlar el volumen de lo que se ingiere.

¿El secreto? Alimentarse seguidito, con ingredientes sanos y en cantidades moderadas.
¿Cuál será la medida de la moderación? Una medida personal compuesta por una determinada cantidad de bocados por comida, suficiente para alimentar el apetito, sin llegar jamás a tener hambre.

La idea es bajar de peso gradualmente controlando la cantidad, en lugar de ponerse en la tarea de pesar alimentos o llevar la cuenta de las calorías que contienen.

“El sistema de alimentación basado en los bocados se ha demostrado que es la forma más sencilla de mantener el peso”, asegura Priscila Busse Grawitz, autora de La dieta de los bocados (Ediciones B).

“Como aumentó enormemente la cantidad de personas con sobrepeso y obesidad y, a la vez, se incrementaron las consecuencias para la salud que tienen estas situaciones, pensé que sería bueno sistematizar la información en un libro y divulgarla, junto con consejos para comer bien”, dice.
El sistema fue concebido hace 60 años por su padre, Paul Busse Grawitz, para el Sanatorio Diquecito y desde entonces, promueven una alimentación que se apoya en cinco pilares: volumen, horarios, variedad de alimentos, cantidad de líquido y actividad física.

Sin penar
No se trata de “dietar” con menúes rígidos y repletos de prohibiciones. Por el contrario “la medida de bocados tiene que ver con las costumbres que trae cada uno, con sus orígenes, sin prohibir aquello que es valioso para una persona”, apunta Busse Grawitz.

Sostiene, por ejemplo, que “no sirve prohibir las pastas de los domingos para quienes tienen origen italiano y siguen esa costumbre alimentaria, pero todo sin excesos”. Sin sufrir, se puede comer en forma disciplinada, midiendo la cantidad y sin que esto requiera todo un trabajo para hacer dieta.

Para comenzar, hay que tomar nota de lo que se consume a lo largo de 24 horas, contabilizando la cantidad de bocados que requiere cada una de las comidas. Así, se obtendrá un número total de bocados que hay que distribuir cada 2, 3 ó 4 horas. Cada uno debe encontrar su ritmo ideal de bocados, pero no hay que pasar más de 4 horas sin comer.

Esta noción exhaustiva de lo que se come por día, es la clave para reducir gradualmente el tamaño de la porción habitual y a la vez, disminuir la cantidad de calorías. Así, semana a semana, el estómago se va achicando y la sensación de satisfacción se obtiene cada vez con menor cantidad de alimentos, y sin pasar hambre.

“Como beneficio adicional, el organismo generará un gasto calórico extra por el solo hecho de realizar la digestión en forma frecuente”, añade.
El método también sirve para aumentar de peso, aunque “generalmente a la gente le cuesta más ganar peso que perderlo, porque tienen el estómago muy cerrado”, explica Busse Grawitz.

“Este modo de alimentación tiene varios beneficios: es sustentable en el tiempo; si realmente se come de todos los grupos de alimentos, no faltará ningún tipo de nutriente; no aleja a la persona de su vida social normal y puede compartir la mesa familiar sin problemas; la persona se siente mucho mejor porque no tiene sobrecarga de ingestas”, precisa la especialista.

Prohibido el hambre
La propuesta de comer poco cada tanto echa por tierra la idea de que para bajar de peso haya que pasar largas horas sin abrir la boca. “Morir de hambre” no es correcto, tiene efectos rebote y no es bueno para la salud.

Además, hay que tener en cuenta que cuando uno tiene hambre, generalmente devora, come rápido, lo que tenga a mano y cuanto haya a su alcance, sin seleccionar calidad y, menos aun, sin límites claros para la cantidad de lo que se ingiere.

Por eso, es importante llegar a las comidas con la sensación de apetito: permite discriminar lo que se va a comer y moderar la cantidad. Para esto no hay que pasar más de cuatro horas sin alimentarse. Aquello de “No tuve tiempo para comer” no hay que tomársela en serio. Una barra de cereal, una fruta o un yogur, son buenos compañeros en todo momento para ganar en hábitos alimentarios y lograr y mantener el peso ideal.

Tips reductores
Gastá 300 calorías (cal) con actividad física diaria. Por ejemplo, lo podés conseguir con una caminata enérgica durante una hora.

Puede ayudarte saber que para bajar de peso, tenés que reducir de 500 a 1000 calorías de lo que comés habitualmente. Para las mujeres, una dieta hipocalórica ronda en 1.200 a 1.400 calorías por día, mientras que para los hombres es de 1.400 a 1.800 cal/día.

Tené en cuenta que lo normal es bajar de peso perdiendo entre 500 gramos y 1 kilo por semana.

Recordá que el descenso de peso es exitoso si al cabo de seis meses perdiste el 10 por ciento del peso inicial y si al año lo mantenés, aunque no hayas llegado al mejor peso posible.

Ojo con los alimentos light. No es cuestión de comer doble o triple porción porque sean reducidos en calorías, ya que en ese consumo multiplicado ingerís igual o más calorías que con un alimento “normal”.

Si hay productos que te “pierden”, lo mejor es que no te expongas.

Fijate que si hicieras una hora de bicicleta fija con una resistencia moderada, tendrías un gasto de alrededor de 500 calorías. Entonces, para que el esfuerzo no se tire por la borda, tené en cuenta que un alfajor anda por las 350 cal y una bebida gaseosa, común, de medio litro, está en las 225 cal.

Es hora de moverse
Los especialistas en entrenamiento físico insisten que si alguien quiere bajar de peso, la actividad física es necesaria, pero siempre acompañada de un régimen de alimentación sano y variado. Recíprocamente, quienes se ocupan de los aspectos nutricionales y de la salud general, tienen en cuenta la alimentación y la lucha contra el sedentarismo. Por lo tanto, hay un acuerdo total en que la actividad física es necesaria como el aire que respiramos. La idea es que hagas lo que te guste, pero que te muevas 150 minutos en la semana o 30 minutos por día.

La actividad física no sólo ayuda a estar en forma. Además, mejora la capacidad aeróbica, genera endorfinas y por lo mismo, hace que sea más fácil seguir un plan alimentario saludable, porque uno se ve bien y encuentra armonía.

Al mismo tiempo, es necesario tomar dos litros de agua diarios como mínimo, e hidratarse muy bien antes y después de hacer ejercicios.
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